No al Matrimonio homosexual
Por: Pastor Dr. Miguel Bogaert, Julio 15, 2013
Iglesia Monte de Dios
El matrimonio no es oficializar una relación sexual, no es una respuesta: Si, acepto. El matrimonio es una idea de Dios, Él lo creó, lo diseñó, lo estableció y definió sus parámetros.
No te echarás con varón como con mujer; es abominación. Levítico 18:22
El matrimonio no es oficializar una relación sexual, no es una respuesta: Si, acepto. El matrimonio es una idea de Dios, Él lo creó, lo diseñó, lo estableció y definió sus parámetros.
El matrimonio es una institución fundamental porque es sobre esta relación que Dios comenzó a construir la sociedad.
La primera fase del desarrollo humano es el individuo, la segunda fase es el matrimonio y la tercera fase es la familia. Si se multiplica la familia tienes una comunidad; Si se multiplica la comunidad tienes una sociedad, y esta compone un país. Esto quiere decir que si tu destruyes al hombre destruirás al matrimonio, y si destruyes el matrimonio destruirás la comunidad, y si destruyes la comunidad destruirás el país; por esto las cárceles están llenas de hombres.
La familia es la incubadora de Dios para el desarrollo social. La familia asegura la reproducción, es la única unidad calificada a través del matrimonio para desarrollar la producción.
La familia es la primera sociedad y si la familia está enferma, la sociedad estará enferma. La sociedad es el reflejo de nuestra familia.
En la Biblia, en génesis 2, luego de Dios crear al hombre a imagen y semejanza, Él vio que no era bueno que estuviera solo y le hizo una ayuda idónea (complemento), esto quiere decir que la mujer complementaría la falta que tuviese el hombre, y luego dicen: y serán una sola carne, fructificaos y multiplicaos.
Dios hizo al hombre dador y a la mujer receptora, por eso el hombre nace hombre, crece hombre y muere hombre porque no tienen vientre, aunque se opere nunca será incubadora y la mujer nunca podrá ser dadora.
Dos dadores o dos recibidoras nunca podrán formar familia. Por eso recurren al alquiler de vientres o a la adopción.
Cuando tú cambias las leyes de Dios nunca tendrás éxito, porque siempre te saldrás de lo original, y cuando te sales de lo original, Dios llama a esto abominación (no natural).
Dice en Levítico 18:22
No te echarás con varón como con mujer; es abominación.
1 Corintios 6:9-10 dice:
¿No sabéis que los injustos no heredarán el reino de Dios? No erréis; ni los fornicarios, ni los idólatras, ni los adúlteros, ni los afeminados, ni los que se echan con varones, ni los ladrones, ni los avaros, ni los borrachos, ni los maldicientes, ni los estafadores, heredarán el reino de Dios.
El matrimonio y la familia es un producto de la ley natural de Dios y es la reflexión de los principios de la naturaleza. Un matrimonio gay rompe la naturaleza.
El matrimonio y la familia no es patente del gobierno, no es patente de los legisladores, no es patente de los políticos, es natural de Dios, pero queremos crear familias falsas e innaturales.
Las leyes producen culturas y cuando usted juega con las leyes, está jugando con la cultura, por eso cuando los países pasan leyes como la aceptación del matrimonio gay, en 10 a 20 años, los niños serán adultos confundidos y se creará una sociedad confundida.
Un ejemplo de las leyes del reino, en su manual la Biblia, no existe el divorcio, por ende no debe haber cultura de divorcio; usted podrá enfadarse, gritar, tener mal entendido, pero no divorcio.
Los gobiernos quieren organizar todos los sistemas sociales del país y hacen esfuerzos e inversiones millonarias, pero se olvidan que todos los males sociales empiezan en la familia, en el “hogar”.
El problema no es solo una reforma policial para una seguridad social, es una reforma en los valores en la familia; el problema no es hacer más cárceles, es educar la familia bajo los parámetros de Dios. La prevención en la familia es la verdadera inversión. ¿Qué estamos haciendo para mejorar la familia?
El matrimonio y la familia es la llave para una nación estable y productiva.
Si queremos un mejor gobierno, mejores políticos, mejores legisladores, tenemos que buscarlos en las casas, en el hogar. Cuando Dios quería cambiar un pueblo, Él se buscaba un bebé.
Si en nuestro país vamos a obviar las leyes de Dios para satisfacer grupos que dicen llamarse intelectuales, abiertos, modernos, con doble moral, entonces debemos de quitar la biblia de nuestro escudo nacional.